Sin más, me levanto del cómodo sillón de director de empresa internacional que compré en Ikea y me cambio de ropa. Unos vaqueros y una camiseta vieja, es todo lo que necesito para salir un ratito.
Arranco la guarrilla y pongo rumbo al taller de Alexis (RSA) a comentarle una cosilla sobre los frenos de la moto.
Cuando llego me lo encuentro como siempre, el espacio de parking lleno de motos esperando su turno de reparación.
Alexis y sus compañeros (Suso y Rubén), enfrascados en el laborioso trabajo del montaje y desmontaje de piezas varias, me miran como diciendo: "que cojones estará haciendo el Tony con tanta foto y tanto flash que no nos deja concentrar en el curro".
Arranco la guarrilla y pongo rumbo al taller de Alexis (RSA) a comentarle una cosilla sobre los frenos de la moto.
Cuando llego me lo encuentro como siempre, el espacio de parking lleno de motos esperando su turno de reparación.
Alexis y sus compañeros (Suso y Rubén), enfrascados en el laborioso trabajo del montaje y desmontaje de piezas varias, me miran como diciendo: "que cojones estará haciendo el Tony con tanta foto y tanto flash que no nos deja concentrar en el curro".
Aquí trabajan sobre todo tipo de bases, desde scooters hasta japonesas de última generación, pasando, como no, por nuestras queridas customs.
El caso que me ocupa es este, su lado más custom (ya que de eso va el blog y mi vida), en esta ocasión, custom americano de pura cepa.
Sobre el elevador, Alexis trabaja en lo que parece ser una Sportster 883 espatarrada por todos los lados. Horquilla alargada y chasis reformado para acoger con cariño una pedazo goma de 250mm de ancho.
Para tal efecto, tanto el chasis (como ya he dicho) y el basculante han sufrido una operación quirúrgica a base de sierra y soldador, ensanchando ambos para poder colocar tremendo balón, y todo, aprovechando la transmisión final por correa de la pequeña Sporty.
Muchas piezas fabricadas a mano de forma artesanal, como pueden ser los escapes cortos y hacia abajo que luce, así como la recolocación de la bateria y el futuro tanque de aceite, que también tendrá que ser fabricado en el taller.
Habrá que verla acabada y rodando en la calle, pero va teniendo buenas credenciales este hierro americano, propiedad del amigo Javi (Canes).
Durante mi estancia en el taller, tuvo lugar la visita inesperada de un viejo amigo, Franco el italiano.
El caso que me ocupa es este, su lado más custom (ya que de eso va el blog y mi vida), en esta ocasión, custom americano de pura cepa.
Sobre el elevador, Alexis trabaja en lo que parece ser una Sportster 883 espatarrada por todos los lados. Horquilla alargada y chasis reformado para acoger con cariño una pedazo goma de 250mm de ancho.
Para tal efecto, tanto el chasis (como ya he dicho) y el basculante han sufrido una operación quirúrgica a base de sierra y soldador, ensanchando ambos para poder colocar tremendo balón, y todo, aprovechando la transmisión final por correa de la pequeña Sporty.
Muchas piezas fabricadas a mano de forma artesanal, como pueden ser los escapes cortos y hacia abajo que luce, así como la recolocación de la bateria y el futuro tanque de aceite, que también tendrá que ser fabricado en el taller.
Habrá que verla acabada y rodando en la calle, pero va teniendo buenas credenciales este hierro americano, propiedad del amigo Javi (Canes).
Durante mi estancia en el taller, tuvo lugar la visita inesperada de un viejo amigo, Franco el italiano.
Todo un personaje del mundo Harley en la isla de Tenerife. Me alegró mucho volver a saber de él y de su siempre presente buen humor y camaradería. Tras su paso por la pizzeria de San Andrés y el Restaurante el Pozo le perdí la pista, ha trabajado en el Puerto de la Cruz y actualmente regenta un restaurante en Tabaiba (pero eso será, seguramente, otro artículo del blog, en cuanto pueda darme un salto a degustar una pizza y una buena botella de Lambrusco).
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